Los
Templarios, como todos los Iniciados, siempre que fue posible simbolizaron sus
aspiraciones y el fin de su OBRA como el logro de la LUZ ("El hombre que
se convierte en un Hermano de la Luz", Evang. de Juan, Cap. I).
En lugares
especiales, como por ejemplo la capilla matriz donde de Molay rendía culto,
colocaban en el Oriente un vitral apropiado que representaba una llama,
conocida como (el) FLAMEN. La combinación cromática era tal que cuando se ponía
una luz detrás de aquél, o cuando el sol salía por el Oriente, un fiel, de pie
o arrodillado frente a ella, veía LA LUZ DE LA LLAMA QUE VOLABA RUMB0 AL CIELO,
Simbolizando la LUZ del Alma: Dios.
De madrugada,
antes de la salida del sol, los Caballeros marchaban a la Iglesia y allí se
arrodillaban para rendir culto. Cuando el sol salía por el Oriente y sus rayos
penetraban a través del vitral simbólico, la Llama era claramente visible. Esta
les Simbolizaba la LUZ que algunos habían hallado dentro y que todos buscaban.
. . la OBRA que era el blanco de todos sus esfuerzos y el fin de su Iniciación.
(Reuben Clymer
en "La Filosofia del Fuego")
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