"Hace falta un inmenso amor capaz de
inspirar este esfuerzo constante hacia la verdad, esta generosidad y esta
renuncia profunda que requiere la génesis de cualquier obra de arte, ¿no es
amor el origen de toda creación?" (Henri Matise)
"…afrontas una realidad que desconoces con instrumentos que no se fundan en la razón (…) la invitación de la pintura a entrar en un mundo que está más allá de las palabras es válida desde cualquier estética, pues es la aventura de la creación: ir más allá de las palabras. La palabra poética empieza justo donde el decir es imposible. Consiste en romper las fronteras de lo imposible…" (Antoni Tàpies)
El arte es una dedicación que busca
conocer más allá de la construcción socialmente acordada. Con las palabras
creamos el mundo. Al mismo tiempo, las palabras pueden ser el instrumento para ir
más allá del mundo creado y ordenado por la palabra, como nos muestra la
poesía. Del mismo modo que la pintura se sirve de líneas, formas, colores,
texturas…, para adentrarse más allá de la percepción domesticada por los
conceptos. El campo de acción del arte, no es ya el medio conceptual –ni es
tampoco conceptual el esfuerzo de comunicación que de él puede resultar-. Su campo
es, precisamente, ir más allá de la ordenación conceptual de la realidad.
Requiere silenciar al constructor utilizando los
instrumentos de la construcción (la estructura lingüística, o las formas y
colores, las capacidades humanas…), obligando a dar un giro a los sentidos y a
las capacidades cognitivas: silencio de la construcción que pasa por el
silencio del constructor, mediante la atención plena, sostenida, volcada hacia
lo que existe. La atención plena exige polarización de las capacidades, y por
tanto, renuncias. Exige desnudez de pre-conceptos, pre-juicios, pre-todo…, y
ello constituye también un esfuerzo. Esfuerzo que no se vive como una cadena,
un peso, o una muerte, sino como una desnudez liberadora, un muro que se
traspasa,…
No todo el arte consiste en esto. En términos
generales, la creación (considerada artística) incluye otros móviles y
posibilidades, como, por ejemplo, la habilidad expresiva (plástica o
lingüística) puesta al servicio de la comunicación del ego. O al servicio de
la liberación de los fantasmas que agarrotan el ego del artista y ayudan a éste
a sacarlos a la superficie. Pero si nos acercamos al arte desde el interés por
el cultivo de la cualidad humana profunda, entonces hemos de fijarnos en el testimonio
de quienes viven el arte como dimensión del conocimiento
silencioso, más allá del ego.
Teresa Guardans